Durante los años 40 del siglo pasado, en el Perú se inició un proceso demográfico que cambió la imagen de la Lima criolla y exclusiva a una más mestiza y pluricultural. este proceso demográfico consistió en grandes y masivas migraciones del campo a la ciudad, y se dio principalmente durante el gobierno del presidente Manuel Odría. Este tuvo que enfrentar el “desborde popular” y la “cholificación”, términos acuñados por dos personajes reconocidos en las Ciencias Sociales: Mattos Mar y Aníbal Quijano respectivamente. El desborde popular implicó, entre muchas cosas, el crecimiento de Lima hacia las periferias, lo que trajo como consecuencia las primeras invasiones y la creación de asentamientos humanos, como el Cerro San Cosme. Por otro lado, la Cholificacion fue un proceso de adaptación del cholo en la ciudad, un proceso que generó una cultura nueva de la mezcla de lo rural con lo citadino. Lo curioso de esto es que hasta la actualidad estos procesos se vienen dando, quizás en menos intensidad, pero siguen vivas.
La razón por la que muchos migraban y hasta hace unas semanas seguían migrando era la supuesta calidad de vida y oportunidades de crecimiento en la capital. Los pobladores de la sierra peruana, principalmente, han estado viajando y estableciéndose en Lima y otras principales ciudades de la costa en búsqueda de trabajo, educación y salud. Sin embargo, la crisis generada por el Covid-19 y la cuarentena ha provocado que miles de personas tomen sus maletas, hijos y hasta mascotas, e inicien un camino de regreso a su ciudad de origen.
Las razones por las que han tomado la decisión de migrar hacia el interior están en la falta de recursos económicos. La cuarentena los ha impedido de trabajar y, por lo tanto, generar sus ingresos para solventar los servicios básicos y la alimentación. Debido a esto, miles se encuentran varados en las carreteras, y lo más grave aún, es que su viaje de retorno es a pie.
La división administrativa y territorial del Perú está en el gobierno nacional, regional y local. Por ello, este problema de migración está siendo gestionado principalmente por los presidentes regionales y alcaldes. Como una de las primeras acciones para apoyar a estos peruanos, quienes son llamados coloquialmente como “caminantes, fue crear una plataforma virtual para empadronarlos y así saber el aproximado de caminantes. Según estas plataformas los que intentan llegar a Tacna serían 830; 13421 a Apurímac; a 497 a Moquegua, y 15 mil de Arequipa hacia otras ciudades. Los datos van creciendo poco a poco.
Este éxodo de ciudadanos ha llevado a cuestionarse a muchos y a replantear el análisis sobre las migraciones en el Perú.
La primera cuestión trata de la capacidad de gestión de los gobiernos regionales y locales. Hasta ahora, estos niveles de gobierno han demostrado una grave deficiencia administrativa y burocrática. Por un lado, esta su pésimo trabajo para el desarrollo integral de su región que disminuya la salida de su población en búsqueda de una mejor calidad de vida, y por otro lado, han demostrado que en situaciones de crisis esperan el apoyo del gobierno central para controlar el avance del Covid-19. A pesar de que anualmente se les entrega un pliego presupuestal de millones de soles para la implementación de obras y políticas públicas, los gobiernos regionales y locales se muestran como islas de poder donde no hay un desarrollo integral y sostenible.
La segunda cuestión es que los caminantes han demostrado dos asuntos: a) La urgencia de nuevas y mejores políticas que disminuyan el centralismo de Lima y otras ciudades de la costa. Aquí es donde entra el gobierno nacional, quien es el encargado de las políticas nacionales y sectoriales que descentralicen la administración y la economía del país. b) Que la realidad de la migración hacia la capital implica mucho esfuerzo y trabajo arduo para vivir en una ciudad donde prima el individualismo y el mercado. En épocas como estas lo principal es tener algo para alimentarse y donde vivir. Antes esto, muchos peruanos se ven enfrentados a rentas por alquiler de cuartos y a despidos. En las noticias se escuchan cosas como: “vamos a morir de hambre si nos quedamos”. Durante años ha existido una especie de Sueño Americano al estilo peruano; sin embargo, los caminantes han manifestado que en la sierra tienen un espacio amplio y alimentos para sobrevivir. Esto quiere decir que, a pesar de la ausencia de servicios básicos como educación y salud de calidad, en el campo no se muere de hambre.
Somos un país sub desarrollado y el Covid-19 lo sacó a relucir. No basta con ser un país con la mejor gastronomía o con una maravilla del mundo. Son los ciudadanos los que deben tomar conciencia de su realidad, organizarse y exigir las reformas necesarias en pro de su desarrollo, así como se están uniendo para buscar apoyo en su retorno a pie. Además, el Covid-19 le ha sacado la vuelta al desborde popular, mostrando el lado obscuro de masivas migraciones que se iniciaron hace 80 años aproximadamente.
Autora: Crysteri Hidalgo Ruiz
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